Hay autores que a uno le suenan mucho, de haberlos oído aquí y allá, pero que por los motivos que fueren no los ha leído nunca. De vez en cuando me gusta rescatar algún libro, de la biblioteca o de la librería, de autores de esta índole y esa fue la razón que me invitó a comenzar a leer a Modiano en la biblioteca la semana pasada en esta especie de visita que se está institucionalizando cada miércoles.

Modiano, a quien yo creía americano y resulta ser francés, no me ha convencido en exceso. Sí, es una novela que se lee bien, en la que se insinúa mucho, exigente en el sentido de que el lector tiene que permanecer atento e imaginar a cada instante. Bien por ahí pero al final a mí me ha quedado una historia un tanto intranscendente, inconclusa, demasiados apuntes, una dispersión que relaja en exceso la trama, la difumina, casi la vuelve inexistente. Después he leído con sorpresa que está catalogada una obra maestra del género negro (sic) y no he podido más que sorprenderme por la grandeza de la Literatura, que admite interpretaciones tan diferentes de una misma obra.