Leo este precioso poemario en una semana que está siendo especialmente emotiva. La semana en la que se cumplen XX años de la alternativa de Finito en Córdoba. El libro, una joya desde la primera línea del prólogo hasta la última del epílogo, me sirve como un perfecto armazón de la memoria. Un compañero ideal para ese viaje al recuerdo, a la nostalgia, y a la melancolía. La poesía con la que Juan trata de reflejar el sentimiento que Finito nos ha provocado con su toreo es suave a veces, pausada, y a veces eléctrica, punzante, como cuando el torero se rompe. Una poesía que me resulta muy visual porque acompaño muchos versos con imágenes que están en mí, de tardes imborrables, de faenas grabadas a fuego en mi experiencia taurina. Navego por los versos del libro visualizando esas faenas, esos momentos y es cómo si hubiera estado al lado del autor cuando escribía. Como si cada poema pudiera acabar con un ¿te acuerdas?

Y claro, cómo no acordarnos. Hay cosas en la vida, muy pocas, que no se pueden olvidar, que son tan bellas e intensas que hasta se convierten en poesía.

Gracias Juan por este libro.