Vía Revolucionaria, Richard Yates
By José Luis Pineda on febrero 29, 2008, in ReseñasLa primera vez que oí hablar de este libro fue el 31 de Enero de 2007. Acababa de conocer en un ambiente literario a una chica que me hablaba con mucho entusiasmo de él. Ni una cosa ni la otra son pan nuestro de cada día así que tal vez por eso desde aquel ya lejano 31 de Enero ese libro siempre estuvo latente en mí. Incluso alguna vez llegué a reconmendarlo sin tan siquiera haberlo leído. La chica se llamaba Noelia.
Después, en una novela de Azaústre en la que se hablaba mucho y bien de la generación perdida, este título era una especie de hilo conductor. Yo traté de buscar el libro por todas partes, pero la edición estaba agotada. Lo busqué en la feria del libro de segunda mano en Madrid, y también en librerías sudamericanas por internet, pero no lo encontré. Incluso lo busqué en versión original. Nada. Quería comprar dos ejemplares.
Así que un año después, cuando la necesidad de poseer esa lectura remitió, decidí saldar esa deuda emocional y lo saqué de la Biblioteca, donde siempre estuvo por más que yo no quisiera que esa fuese una lectura de alquiler. Y así, en estos días pasados, lo leí.
Me ha parecido un libro terriblemente maravilloso. Es desolador, tristísimo, angustioso. Pero lo es de una forma brillante. Literariamente hablando creo que es una pequeña obra maestra. Sinceramente creo que en literatura es fácil hacer artificios, buenos artificios, pero considero que es muy muy difícil encontrar la profundidad en las cosas cotidianas y reales. Una historia basada en una familia normal en los años 50 estadounidenses. Y ahí, en esas trescientas y pico páginas, un maravilloso tratado sobre la soledad, la monotonía, los sueños, la traición, la pérdida de ilusiones, la devastadora rueda de la sociedad que a todos atrapa.
Es un libro que en cierta forma da miedo, a mí me lo ha dado. Y desde luego una lectura que te deja exhausto. La terminé el viernes por la tarde y se lo comuniqué a Noelia vía sms. Me parecía lo justo por haber sido gracias a ella que yo llegué a ese libro. Después, ella me lamó para que habláramos de él, pero al final, como tantas otras veces, como si hubiera sido una escena del libro, no pudimos hacerlo.