No había mejor forma de comenzar el año lector que rindiendo homenaje al maravilloso descubrimiento literario de 2007. Así que en ese afán pausado que tengo de leer todo lo que haya escrito Javier Marías, me adentré en el universo de su primera novela, que publicó a la friolera de 19 años.

A mí este libro es el que menos me ha gustado de todos los suyos. Y pongo menos en cursiva y casi entre comillas porque me parece una novela muy decente, con un poder de imaginación y escenificación impropio de un chaval que acababa de alcanzar la mayoría de edad. Se puede observar al leer este libro que la escritura de Marías ha cambiado mucho, y para bien, como no puede ser de otra forma con los grandes escritores, pero, pese a todo, me parece un libro digno de un genio precoz.