Estamos rodeados de libros y gurús que nos intentan explicar cómo son las cosas, o cómo deberían ser, cómo deberíamos afrontarlas, cómo comportarnos, cómo salir de aquí o entrar allí: amores viejos, amores nuevos, pérdidas, duelos, dudas. Para todo hay remedios mágicos estereotipados, que parecen ser fórmulas universales, pero la única realidad cierta es que cada ser humano, cuando llega su hora, vive su experiencia de una manera única, inexportable, inclasificable. Lo demás son engaños que nos hacen más llevadera la existencia.

Carme López Mercader ha contado en este libro cómo está enfrentando la muerte del amor de su vida, Javier Marías. Es un libro de un dolor descarnado, pero también de un amor infinito. Un libro que a mí me ha emocionado hasta la lágrima, de pena, de alegría, de tristeza, y de amor. Admiro la valentía de esta mujer para, asumiendo la presunción de arrogancia, decir a los psicólogos que no todo puede clasificarse bajo una normativa, hay duelos sin brújula porque también hay amores que no caben en los mapas, que no tienen límite ni fin.

Carmen y Javier mantenían residencias separadas, ambos supieron que era la única manera posible de conservar el profundo amor que se profesaban. Eliminaron los momentos tediosos, rutinarios y vivieron una historia de amor verdadero. Treinta años que han dejado en la viuda un vacío que le resulta insoportable, imposible de afrontar. Cuando lo terminé, cambié todos los libros de Marías de estante, los coloqué más visibles, los hojeé de nuevo, repasé todas las dedicatorias, en las que no había reparado cuando los leí y coloqué el de su amor junto a ellos. Qué bonito ha sido recordarlo a él y conocerla a ella, aunque sea a través de ese duelo, que no es más que la parada final de un amor único.