Cuando le di las llaves de mi casa a @isa_en_avena, lo hice dentro de una cajita que había forrado con un dibujo al estilo de Mondrian para mostrarle que cualquiera podía pintar cuadrados de colores. Yo despreciaba en cierta manera el arte contemporáneo y ella lo adoraba, influenciada por Nueva York, el Moma, y la vida de vanguardia que acababa de abandonar y cuya nostalgia nos acompañará siempre.⠀
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Entonces yo despreciaba el arte contemporáneo por la principal razón por la que se desprecia cualquier cosa, porque aplicamos una mirada parcial sobre ella. Una mirada llena de prejuicios y lo que es peor, de ignorancia. Su vehemencia en la defensa de aquellos cuadros de colores a mí me hizo pensar y más allá de la broma, querer saber: una de las pocas cosas que me mantienen a flote en esta vida sin certezas que tengo.⠀
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Este año comencé a estudiar periodismo y en la selección de asignaturas que hice se encontraba «Movimientos estéticos contemporáneos», que es un repaso por el nacimiento y desarrollo de las vanguardias artísticas del siglo XX. La lectura de estos libros me ayudó mucho en la asignatura y la asignatura me ayudó mucho en modificar mi visión sobre muchas cosas, principalmente el arte, claro. He disfrutado muchísimo conociendo a fondo a los postimpresionistas, a Picasso, a Duchamp y el dadaísmo, el futurismo italiano, la Bauhaus, la abstracción… Y conforme más me acercaba a mi tiempo, más incómodo me sentía, menos me gustaba, menos comprendía. Tal vez esa sea la principal enseñanza de entre las muchas que me ha dado esta asignatura y estos libros: el arte necesita tiempo.⠀
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No puedo ser Mondrian, pero al menos conseguí una matrícula de honor. ⠀