Desde que leí este libro no puedo ver una película sin intentar descifrar cuál es el detonante, dónde se encuentran los puntos de giro, tratar de entender los porqués que conforman a los personajes. Es un tanto angustioso, porque no es una tarea sencilla ni que pueda resolverse a veces en un primer visionado. Será una angustia pasajera, que durará hasta que olvide la lectura, cosa que sucede cada vez en un tiempo menor.

La vida también es una suerte de guion vista desde atrás, sólo que no somos nosotros los que controlamos los actos, la entrada y salida de protagonistas, ni siquiera el pulso de conflicto. Las peripecias estructurales nos vienen dadas en la mayor parte de las veces pero con las modificaciones adecuadas, sabiendo cuáles son las tripas del asunto, tal vez podríamos hacer correcciones para crear una obra más bella. El problema es el tiempo, ni en una película tenemos tiempo para desperdiciar, ni en una vida, por extensa que sea, lo tenemos para corregir.

Lo mejor será hacer como que no hemos aprendido nada. Ver la película de la vida e intentar disfrutar de ella sin una pretensión mayor.