Continuando con la estela de Ficciones proseguí leyendo a Borges en orden casi cronológico y me enfrenté a un libro bastante similar en las formas o tal vez no tanto. El hacedor es una amalgama de textos también exigentes, de esos que me hacen pensar qué tipo de poso dejará estos libros en uno. Cuando pasen los años y yo venga de casualidad a leer estas líneas, ¿qué significarán para mí Ragnarök o Borges y yo? Lo sé, probablemente nada, de una manera directa no recuerde una sola palabra, no se mantenga en mi memoria la menor idea. La complejidad de Borges me recorrerá y ayudará a desbrozar caminos, a abrir puertas y de una manera indirecta tal vez me haga mejor lector, aunque ¿qué es eso de ser un mejor lector? Borges entusiasma y agota a partes desiguales. Ahora, recobrada la inmensidad de su universo, vuelvo a dejarlo en la estantería antes de volver a él, quién sabe cuándo o cómo.