El silencio, Don DeLillo

By on agosto 11, 2021, in Reseñas

Muchas veces he soñado con vivir dentro de una biblioteca, poder pasear por sus galerías y disfrutar de su silencio. Acomodarme aquí o allí a leer, desordenar las estanterías para volverlas a ordenar y sobre todo buscar. Una biblioteca es un mapa lleno de tesoros, algunos conocidos, la mayoría por descubrir. Una biblioteca es en sí misma un destino, un lugar en el que ser feliz.

La pandemia ha traído alguna cosa buena. Ahora ya es posible acudir de nuevo a la sala infantil, con unas medidas dignas de quien acude de visita al reactor principal de una central nuclear y claro, bajo cita previa con un número limitado de personas. La primera vez que reservamos no acudió nadie más y estuvimos ahí, los hijos y yo, y también una vecinita que se apuntó a la excursión, completamente solos, rodeados de estanterías repletas de libros, sin más ruido que nuestras acalladas voces.

Fue un momento para recordar porque los niños, tal vez influidos por el ambiente, modificaron su conducta y los ruidos habituales dieron paso a sospechosos silencios, pasar de hojas, preguntas en voz baja, susurros entre el navegar de las historias. Fue apenas una hora y media, pero sucedió como un paréntesis del mundo. Entramos a aquel lugar como el que entra en una cápsula del tiempo, lo exprimimos y disfrutamos y después, volvimos a la vida.

Y para marcharnos, cada uno elegimos un libro para llevarnos, el mío fue éste, un poco al azar, un poco sugestionado por la idea central, que, como la visita a la biblioteca era una suerte de ucronía y las ucronías siempre me fascinan. ¿Qué sucedería si sufriéramos un apagón digital global? Una gran idea mal desarrollada, al menos así me quedo tras su lectura, esperaba más, pero lo recordaré siempre por ser el colofón a aquel primer día que estuvimos solos en la biblioteca.

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