Cada pequeño acercamiento que hago a Capote me descubre a un escritor genial de las distancias cortas, a un maestro consumado de la intriga, del género negro que a mí me gusta. Vengo, sorbo un poco de un pequeño relato y me voy, dejando su gran obra ahí, esperando, sin saber muy bien el motivo. Es de esos escritores cuya lectura no debería esperar más pero que incomprensiblemente vamos relegando, postergando, sin terminar de encontrar nunca el momento adecuado para adentrarnos por completo en su literatura.

Éste es un relato magnífico sobre un crimen en la América profunda. Una de esas historias que se leen de corrido porque están diseñadas con la sutileza del genio.