El desánimo siempre está al acecho, cada uno tiene sus propias filosofías para combatirlo. A mí me sirve retirarme del móvil, leer siempre, claro, intentar escribir lo que siento, intentar creer que todavía puedo escribir una novela, al menos empezarla, retomar la mirada del escritor. Me sirve también ver las fotos de antes, las de hace diez o veinte años, pero también las de hace dos, ser consciente de que el río pasa y ya nunca podremos volver a beber la misma agua.

Soy una persona relativamente voluble, y eso es malo para algunas cosas, pero desde luego es bueno para enfrentar el desánimo, porque siempre hay una forma nueva que adoptar. Ahora los hijos nos consumen mucho tiempo, y a veces son una invitación al desfallecimiento y es ahí cuando me gusta observarlos, pero observarlos de verdad, no de esa manera acelerada que nos obliga a estar corrigiéndoles, ordenándoles, todo el tiempo. Observarlos desde fuera, desde arriba, desde lejos, desde el lugar de las fotos antiguas y darte cuenta que no hay mayor felicidad que la presente. Que hay aprehenderla, o por jugar con las palabras, diría que debemos aprender a aprehenderla.

Desde que leí #elartedepensar me propuse ir leyendo siempre a #josecarlosruiz porque sus libros me dan paz, orden, estructura, me inspiran en cierta forma, me ayudan a combatir el desánimo. Y en eso estamos, poco a poco.