Resulta interesante la tremenda actualidad de un libro que fue escrito en las postrimerías del siglo XIX y cómo muchos de los debates en él planteados todavía siguen vigentes. Hablamos mucho del papel de la mujer y el hombre en la seducción, de las presiones y convencionalismos sociales y de la huida de ellos.

Me gusta mucho la dualidad mundo rural – ciudad, y el imaginario escenario del saber que el autor sitúa en la imaginada localidad de Christminster y en el que se puede respirar ese ambiente de la mano del personaje principal. Y muy atrevida la soterrada comparación que Thomas Hardy termina haciendo en el libro entre el alcoholismo y la religión como refugio ante el fracaso.