Este libro llevaba más de una década en la estantería. Me lo regalaron Adolfo y Elena, una pareja que ya no existe pero que encerraban una gran novela dentro. Todas las parejas que al final no fueron dejan el poso de un relato sin escribir. Por alguna extraña razón, porque no recuerdo estar buscando nada en la biblioteca, ni ordenando, ni limpiando, cayó en mis manos, lo abrí, leí la sentida dedicatoria y aunque me daba cierta pereza la temática, el apellido Amis y la actualidad de Rusia me llevaron a decir, venga, va, te toca, vamos a ello.

No sé muy bien si catalogarlo como ensayo, como crónica, libro de memorias, de pensamientos … lo que es seguro es que es una crítica feroz a cómo desde occidente se ha blanqueado el terror que produjo el comunismo. Martin Amis hace una reflexión devastadora sobre lo que supuso Stalin para el pueblo ruso, sobre la connivencia que tuvo para la opacidad de todo lo execrable entre grandes intelectuales, entre los que se incluía su propio padre. Presenta un relato crudo, atroz, de la realidad soviética bajo el inexorable mando de Koba. Es uno de esos libros que invitan a pensar, a decir, ¿por qué ha sucedido esto? ¿por qué no se ha contado de igual modo? Un libro que invita a continuar con muchas otras lecturas como «El gran terror», de Conquest, o «Archipiélago Gulag», de Solzhenitsyn

Precisamente hace un par de semanas rescaté por dos euros los dos volúmenes de «Archipiélago Gulag» de un Centro Reto que han abierto al lado de mi casa. Me reconforta saber que ya lo tengo ahí, en la estantería, que podré leerlo cuando me apetezca. Tal vez sea éste el momento adecuado, continuar tirando del hilo, profundizar, no quedarme, como suelo, en la superficialidad de una historia o un tema. Mi mujer ya lo cambió del mueble de los libros en tránsito a la estantería del televisor y de ahí, probablemente se oculte entre los demás hasta que aparezca de nuevo, quién sabe si dentro de diez años, quién sabe si al lado de una pareja que al final no fue.