Un libro terrorífico en el sentido más natural del término. No hay monstruos ni fantasmas, aunque sí, puede que los haya. Un libro que no deja lugar para el aliento, para la esperanza humana, que dibuja en una novela la desoladora existencia que Zola observaba a su alrededor. Todo transcurre en torno a algo tan literario como es el ferrocarril, se cruzan varias historias, algunos personajes, ninguno bueno, todos podridos, de una forma o de otra, por la semilla del mal. Así veía Zola al hombre que le era contemporáneo. Tenía ganas de leer a Zola y por fin lo hice gracias al club de lectura. Buen libro, pero demasiado oscuro para los tiempos que corren.