Tropecé con este libro en la biblioteca uno de esos días que uno anda buscando algo desconocido. Recordaba el buen sabor de boca que me dejó la Sonata a Kreutzer y el título sugerente me animó a a bordar esta lectura cortita del gran Tolstoi. Lo cierto es que, incluso en libros que no te dejan mucho, se vislumbra la mano de un maestro. La capacidad para generar ambientes, para dictar un ritmo y un estilo reconocibles son manifiestas. Después, se trata de una historia sin grandes cosas, un libro que no recomendaría y que a un punto resulta aburrido. El trasfondo del concepto del amor alejado de la pasión tiene un punto de reflexión, pero la historia se me termina haciendo tediosa.