Leer a Julio Cortázar es siempre una delicia. Me reconforta saber que me faltan muchas cosas suyas por leer. Que lo voy consumiendo a sorbitos cortos, como no queriendo agotar el manjar. Es éste un librito en el que se recopilan cinco cuentitos de Cortázar. Alguno, como el de «El perseguidor», quizás uno de los más afamados del escritor argentino, ya lo había leído. Todos bien diferentes, todos muy en ese lenguaje-universo coratazariano, pero para mí, el que abre el libro: «Cartas de mamá» es sencillamente sublime. No puede ser que cuando uno está leyendo un relato te produzca este cúmulo de sensaciones: intriga, angustia, ternura, pasión, zozobra, todo tejido con un hilo literario magistral, ese que uno no es capaz nunca de engarzar pero que reconoce al instante cuando lo encuentra en una obra maestra como ésta.