Como había quedado un poco insatisfecho con la elección del libro de Bioy de la estantería de los premios Cervantes, decidí probar suerte con otro, esta vez del genial escritor mexicano Carlos Fuentes, del que, además, todavía -cuán grande es la ignorancia- no había leído nada. Esta novela la he leído con entusiasmo, porque tiene Fuentes uno de esos estilos que yo defino como «muy de mi cuerda», una voz narrativa con la que me siento muy cómodo en la lectura haciendo una exploración por la historia mexicana en la que se refleja como fueron evolucionando y coexistiendo las generaciones que alumbraron la independencia del país americano. Una historia de familia que desvela unos personajes redondos, nada maniqueos, con muchísimos matices a través de una trama impredecible y tremendamente cercana, a pesar de la distancia y el tiempo, que han hecho que la lectura del este libro haya sido una auténtica delicia.