No sé muy bien cómo llegué a este libro pero la cuestión es que me ha fascinado conocer la experiencia del autor con sus libros y sus hijos, además justo en este momento, en el que estamos leyendo todos juntos cada vez con más fruición y más deleite. El título es un tanto engañoso, pues el libro no es un manual de ayuda para leer con niños, ni siquiera esa experiencia ocupa la parte central del relato. El libro es un sesudo análisis sobre la sociedad actual, el papel que juegan los niños, los libros, los modos de vida contemporáneos.

Pero lo que realmente me ha fascinado es la experiencia del autor leyendo con sus hijos, por las analogías que puedo establecer con los míos, prácticamente de las mismas edades cuando hemos comenzado a hacerlo. Y me ha abierto horizontes que me había autocensurado. Santiago Alba Rico dice desde su experiencia que se puede leer a Homero, a Dickens, incluso a Proust. Se puede leer incluso a Heródoto, pues en él hay incluidos relatos fascinantes. No sólo se puede sino se deben visitar todos los clásicos de la literatura universal. Serán ventanas abiertas a otros mundos en su crecimiento, sitios a los que asomarse y comprender, sitios desde los que ir a otros lugares. Veremos.