Matilda, Roald Dahl

By on agosto 29, 2020, in Reseñas

Hace años, cuando todavía no tenía hijos, estuve en una conferencia en Madrid del escritor noruego Jostein Gaarder en la que dijo algo que se me quedó grabado para siempre: «lo más importante que unos padres deben hacer con sus hijos es vestirlos y alimentarlos. Lo siguiente, darles de leer». Dar de leer, como damos de comer a aquel que todavía no puede hacerlo solo.⠀

Desde que Darío era pequeño me empeñé mucho en eso, en darle de leer. Cada noche nos íbamos a la cama juntos y yo leía para él, hasta que el sueño nos vencía. Después vino María y Darío empezó a leer solo y yo continué la labor con ella y después vino Paula y ahora que María ya empieza a leer sola me di cuenta de que aquella tarea sistémica de nuestras vidas, que era que yo leyese a mis hijos se iba perdiendo en la marabunta de oblicaciones autoimpuestas que nos marcamos cada día, así que con Matilda decidimos regresar.⠀

La idea es elegir libros que puedan interesarle a ambos y cuya lectura todavía no esté del todo a su alcance. Será difícil de compaginar porque Darío tiene nueve años, María seis, y los intereses divergen como es lógico, pero siempre se pueden encontrar puntos comunes. Matilda ha sido un acontecimiento, un libro que nos ha encantado a los tres, cuya lectura hemos disfrutado muchísimo, nos hemos alternado, nos hemos reunido en la piscina, en el sofá, en la cama, para leer la historia de esta niña increíble capaz de cosas imposibles.⠀

Matilda nos ha dejado una bonita historia con muchos mensajes pero sobre todo nos ha traído de vuelta la lectura como centro de las cosas buenas: del tiempo detenido, del afecto verdadero, del querernos sin distracción. Leyendo Matilda he recordado la obligación que tengo en darles de leer aunque ya sepan hacerlo, el placer que me provoca que queramos estar juntos en torno a un libro, en silencio, escuchando e imaginando. ⠀

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