Que Enric González es un maestro bien lo sabe el mundo. Para mí es una auténtica delicia leerlo. En sus artículos, en sus entrevistas, en los escasos libritos que ha publicado. Trato de seguirlo allá por donde va, antes en sus corresponsalías, ahora en su cambio al mundo, por la sección de deportes o por la de Internacional, incluso aquella exigua etapa en la que escribía sobre televisión (bueno, eso es un decir) en el país.

En este libro Enric habla de su paso por el País. Salda cuentas, podríamos decirlo así, de una manera elegante, con el periódico que fue su vida y con Cebrián, ese oscuro personaje que queda bastante bien retratado en la lectura de este libro. Una lectura esencial para todo aquel amante del periodismo. Una especie de manual experimental escrito con la cuidada literatura del periodista catalán. Un imprescindible, vamos.