Poemas de amor, Miguel Hernández

By on septiembre 30, 2006, in Reseñas
Miguel Hernández, uno de mis favoritos de la generación del 27. Cada vez que repaso su biografía me acerco más a la edad de su muerte. Es increíble que alguien con sólo treintados años que tenía al fallecer haya podido escribir tanto y tan bien. Las condiciones extremas de su vida. La desgracia como inspiración, como exaltación de los sentidos.
Quiero destacar que esta antología realizada por Alianza es muy buena a mi parecer y que contiene extraordinarios poemas sin desperdicio alguno. Destacaría, y ya es difícil:

– Boca que arrastra mi boca
– Me sobra el corazón
– Mi sangre es un camino
– Desde que la vi la adoro
– Carta
– Tristes guerras
– Después del amor
– Ropas con su olor

… y tantos más que ya paro.

5
  • *Marianita*

    hola
    las casualidades a veces se conjugan en este mundo tan grande que internet hace a veces tan pequeño.
    así que una mexicana se topó con tu blog. amo al Capitán Alatriste, el de Pérez Reverte, jejee.

    veo que tienes buen gusto… Coetze también es grande.

    supongo que has podido ver ya el filme de Alatriste. ¡¡acá en México tengo años esperándolo!!

    saludos 🙂

  • AMAPOLA

    MMMMmmmm guapo y romántico, sencillamente adorable.

  • Esther

    Es mi paisano.
    Tengo un libro de él en mi casa. Quizás algún día de estos me anime a leerlo.
    Estuve en su casa… …la tienen como un museo.

    Saludos.

  • Freyja

    me encanto este lugar
    todo lo que sea cultura y aporte es fantastico
    besitos y que estes muy bien

    besos y sueños

  • Daniellha

    José Luis…te dejo una que me gusta mucho.

    LA BOCA

    Boca que arrastra mi boca:
    boca que me has arrastrado:
    boca que vienes de lejos
    a iluminarme de rayos.

    Alba que das a mis noches
    un resplandor rojo y blanco.
    Boca poblada de bocas:
    pájaro lleno de pájaros.
    Canción que vuelve las alas
    hacia arriba y hacia abajo.
    Muerte reducida a besos,
    a sed de morir despacio,
    das a la grama sangrante
    dos fúlgidos aletazos.
    El labio de arriba el cielo
    y la tierra el otro labio.

    Beso que rueda en la sombra:
    beso que viene rodando
    desde el primer cementerio
    hasta los últimos astros.
    Astro que tiene tu boca
    enmudecido y cerrado
    hasta que un roce celeste
    hace que vibren sus párpados.

    Beso que va a un porvenir
    de muchachas y muchachos,
    que no dejarán desiertos
    ni las calles ni los campos.

    ¡Cuánta boca enterrada,
    sin boca, desenterramos!

    Beso en tu boca por ellos,
    brindo en tu boca por tantos
    que cayeron sobre el vino
    de los amorosos vasos.
    Hoy son recuerdos, recuerdos,
    besos distantes y amargos.

    Hundo en tu boca mi vida,
    oigo rumores de espacios,
    y el infinito parece
    que sobre mí se ha volcado.

    He de volverte a besar,
    he de volver, hundo, caigo,
    mientras descienden los siglos
    hacia los hondos barrancos
    como una febril nevada
    de besos y enamorados.

    Boca que desenterraste
    el amanecer más claro
    con tu lengua. Tres palabras,
    tres fuegos has heredado:
    vida, muerte, amor. Ahí quedan
    escritos sobre tus labios.

    Un beso amor.

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