Hay libros que están ahí, disimulados en la estantería y de los que nos aleja un prejuicio, una desidia, pero a veces una feliz casualidad nos los ponen en suerte y ya desde la primera línea nos quedamos mirando el estante, ahora vacío, pensando en cuántos años esa lectura estuvo ahí aparcada, en cómo podría haberse quedado oculta, pese a la fama o más bien tal vez por ella.

Réquiem por un campesino español ha sido un placer doloroso y asfixiante, ciertamente un clásico de nuestra literatura reciente. El mundo rural que me es tan cercano, las contradicciones, la historia de buenos y malos que se camufla de unos y otros pero que es siempre la misma. Uno de los cada vez menos frecuentes libros que uno encuentra y cuya lectura quedará para siempre.