Me lo leí en la noche del viernes, con lo que os puedo garantizar que es interesante, para el que cumpla alguno de los dos requisitos anteriores. Tengo que reconocer que el estilo del libro no me ha gustado demasiado. Me ha parecido excesivamente ñoño, y eso me ha servido para desmitificar un poco a Benjamín Prado. Siempre me ocurre que los escritores o poetas que me gustan mucho, pues uno inconscientemente tiende a mitificarlos. En realidad había fragmentos del texto que me parecían demasiado cursis, que no me podía creer que estuviesen escritos por ese poeta que tanto me gusta.

Pero luego el libro es muy aprovechable, porque cuenta todo el andamiaje del último disco de Sabina, cuyas letras compusieron a cuatro manos entre los dos, que al parecer son íntimos amigos. La verdad es que uno descubre cosas curiosas, y queda un poco embrujado por todo el ambiente de inspiración desatada que vivieron durante los meses de elabroación del disco y que dieron lugar con un viaje proyectado a Praga. Joaquín quería «sacar provecho» del desamor vivido por su amigo y bien que lo hizo.

Lectura interesante si os interesa el mundo de Sabina.