Una mujer. El lugar. Pura Pasión. Así, en ese orden, he conocido a #AnnieErnaux. Prácticamente de corrido, navegando por el ascenso social que a veces proporciona la educación y que la autora narra con un poso de amargura en sus dos primeros libros, donde pone en primer plano la figura de su madre y su padre respectivamente.

El padre, la madre, los tiempos que cambian. Porque los tiempos cambian, aunque a veces estemos tentados de decir que siempre es lo mismo. Es una de las grandes paradojas de la vida, siempre es lo mismo en unos tiempos que cambian. La mirada atrás sobre su infancia tiene una visión muy crítica sobre esa época, lo que juzga severamente a sus padres, que, como todos los de su generación, hicieron lo que pudieron. Todos hacemos lo que podemos, todos somos en cierta forma presos de nuestro tiempo, pero necesitamos que la siguiente generación, con su nuevo lenguaje, con su nueva compresión de la vida sea capaz de explicarlo.

La literatura de Annie Ernaux me ha entusiasmado por su enorme capacidad expresiva desde la sencillez, una sencillez que duele a veces, que evita los edulcoramientos habituales, que serían incluso justificables. Qué difícil es colocar al lector un espejo sin abalorios que refleje tu realidad sin adornos, en el que pueda verse con toda crudeza, en el que a veces se vea forzado a dejar de mirar para poder continuar.

Mientras leía el tercer libro, distinto a los otros dos, en el que narra, también con tintes autobiográficos, la pasión enfermiza que sintió por un hombre casado, se produjo la muerte de la autora. Annie Ernaux murió mientras para mí estaba siendo tan viva. Estas cosas antes me pasaban con indiferencia y ahora me golpean: la muerte como elemento disruptor. Mientras la leo y la tengo tan cercana, como si estuviese al lado susurrándome cuál es el próximo libro que debo leer, soy consciente de que ya no escribirá más, ya se convirtió en su madre, en su padre, ya no habrá más pulsiones sexuales, ni más libros, ni más nostalgias.

(nota: era una muerte fake. Sigue viva el 29 de enero de 2025)

Viene la muerte y nos trae el pasado de repente.